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Se busca nuevo Contador,
recompensa: Tour de Francia

España siempre ha sido un país con gran tradición ciclista y corredores de renombre han cosechado triunfos a nivel internacional desde hace décadas. Comenzando con el Tour de Francia y los hasta seis maillot de la montaña conquistados por Federico Martín Bahamontes en los años 60; continuando con Luis Ocaña, ganador de Tour y Vuelta en los 70 y gran rival del mejor ciclista de todos los tiempos, Eddy Merckx; el pentacampeón de forma consecutiva del Tour, bicampeón del Giro y oro mundialista en contrarreloj, Miguel Indurain; el actual comentarista televisivo y ganador un Tour y dos Vuelta a España, Pedro Delgado; el mejor velocista español de la historia, tricampeón del mundo y de Milán San Remo, Óscar Freire; ‘el pistolero' de Pinto, triple campeón en las tres grandes y retirado el pasado 2017; y terminando en la actualidad con el incansable murciano Alejandro Valverde, quien a sus 39 años aún competirá hasta 2021 para intentar engrosar su palmarés, el cual incluye un Mundial, una Vuelta, cuatro Liejas, cinco Flechas Valonas y más de 120 victorias. La historia deportiva de nuestro país ha conseguido algunos de sus mayores hitos gracias al ciclismo. Hoy en día vive una situación bastante favorable, con cuatro equipos profesionales, dos continentales, un apoyo creciente por el ciclismo femenino y una gran estructura formativa en sus diferentes categorías, con la Copa de España y la Copa de Euskadi como referentes nacionales. Sin embargo, hace apenas diez o quince años su cifra era más del doble de la actual. A comienzos de los años 2000, la gran mayoría de equipos españoles desaparecieron. En el Pro Tour de cuatro conjuntos, solo uno continúa en el actual World Tour, el Movistar, en aquel entonces Caisse d’Epargne. La ONCE (Liberty Seguros), escuadra a la que pertenecieron Laurent Jalabert, Joseba Beloki o Roberto Heras, desapareció en 2006 ante la falta de patrocinio, cuando cumplía diecisiete años desde su fundación. En 2011 hacía lo propio el Saunier Duval (Footon-Servetto, Geox) por los mismos motivos, tras haber tenido en sus filas a hombres de la talla de Leonardo Piepoli o Juanjo Cobo. Dos años después, ocurría la desaparición más dolorosa para el ciclismo español y especialmente vasco. Euskaltel Euskadi, la marea naranja, cerraba sus puertas

tras casi veinte años en el ciclismo de máximo nivel. En una de las comunidades autónomas con más pasión por este deporte, este equipo ayudó a formar y hacer brillar a algunos de los mejores corredores españoles de comienzos de siglo: Samuel Sánchez, Igor Antón, Iban Mayo, Ion y Gorka Izaguirre, Juanjo Lobato, Jonathan castroviejo, Mikel Nieve, Beñat Intxausti, Koldo Fernández de Larrea, Igor González de Galdeano, Mikel Landa, Haimar Zubeldia o Markel Irizar. Pero no solo estos equipos desaparecieron del panorama nacional. El Kelme, por el que habían pasado corredores como Vicente Belda, Óscar Sevilla o Alejandro Valverde, terminaba su andadura en 2006 a raíz de la Operación Puerto, tras más de treinta años por las carreteras internacionales. En 2006 desaparecían el Kaiku y el 3 Molinos Resort murciano, en 2008 el Extremadura-Spiuk, en 2009 el Contentpolis, en 2010 el Xacobeo Galicia y en 2012 Andalucía-Caja Sur. En países como Bélgica, Francia o Italia la crisis no provocó una reducción de equipos similar a la de España. En la actualidad cuentan con más de una treintena entre los tres países y en las diferentes categorías.

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'Chente' García Acosta, ciclista del equipo Caisse d'Epargne, actual Movistar. 

Fuente: Daniel Montes López

Tras esta etapa en la que tantos equipos servían de oportunidad para los corredores jóvenes que pasaban al profesionalismo, se dio paso a tener únicamente cuatro equipos: Movistar Team en el World Tour, Caja Rural como continental profesional y Burgos BH y Euskadi (Orbea), como continentales, a los que posteriormente se uniría Murias. Antes de que esto ocurriera, “si eras medio bueno, tenías posibilidades de correr”, relata Rodrigo Araque, pero la crisis económica afectó a todos los sectores y el ciclismo no se salvó. Los patrocinadores habían dejado de invertir y muchos equipos no habían podido garantizar su continuidad. El ya ex corredor narra cómo, cuando se encontraba corriendo en categoría amateur, tenía la esperanza de encontrar un hueco en el profesionalismo, pero a raíz de tantas desapariciones de equipos le costó más de lo esperado: “Hubo un tiempo en el que lo vi bastante mal, pero por suerte encontré una opción”. Adrián González también vivió una situación similar. En aquellos años él se encontraba en sub 23 y veía como se estaba creando un ‘tapón’ de corredores por la falta de equipos. Los ciclistas de los conjuntos desaparecidos se recalificaban como amateur, por lo que, al juntarse con los jóvenes que no habían encontrado aún salida profesional, se aumentó enormemente el nivel en la categoría. Las victorias eran muy cotizadas y complicadas de conseguir y grandes ciclistas colgaban la bicicleta, lo que quitaba esperanzas a las nuevas generaciones: “Si ni siquiera ellos podían, tú menos aún”. Álvaro Robredo explica cómo en el año en que el fichó por el Burgos BH, fue la temporada en que menos jóvenes dieron este salto. Considera que son ciclos, pero a día de hoy echa en falta la existencia de otro equipo más en la máxima categoría.

La desaparición de Euskaltel, argumenta Mariano Palacios, se pudo deber también a que la presencia televisiva que obtenía la empresa, no generaba un retorno económico. Al ser una empresa que únicamente operaba en el País Vasco, no le era de utilidad correr en países como China. Desde el Instituto Provincial para el Deporte y Juventud, organizadores de la Vuelta a Burgos, se defiende que el ciclismo continúa siendo el mejor vehículo publicitario, como demuestra la llegada de Ineos como nuevo patrocinador al World Tour. No creen que un deporte centenario como este, que ha superado situaciones peores como las tramas de dopaje, vaya a quedar abandonada a su suerte: “En España quizás hay ahora menos gente interesada en involucrarse en el patrocinio, pero el Tour de Francia sigue siendo el tercer evento deportivo más seguido del mundo”. Señalan que la bicicleta es el producto que más españoles poseen en sus casas y se está produciendo un crecimiento de su práctica como hábito saludable, lo que genera sinergias positivas para el deporte profesional. Hubo algunos proyectos en aquellos años que no fructificaron. El piloto asturiano Fernando Alonso mostró su interés en mantener al equipo Euskaltel Euskadi cuando este se encontraba al límite del precipicio en 2013, pero no salió adelante la idea. En el proceso estuvo implicado Igor González de Galdeano, pero nunca se terminaron de conocer las causas de que no llegara a buen puerto el acuerdo. “Yo creo que Alonso acabará metiéndose en el ciclismo, pero cuando deje el coche”, vislumbra Heri Frade. Desde su

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Presentación de los ciclistas de la Fundación Euskadi en la Vuelta a Castilla y León 2019. Fuente: Daniel Montes López

conocimiento del deporte, cree que una apuesta importante de dinero en el proyecto requeriría que Fernando estuviera controlándolo de cerca y pendiente de todos los detalles. Es posible que no viera la oportunidad clara desde el punto de vista económico o que, en el último momento, se diera cuenta de la complejidad que acarrearía gestionarlo a la vez que se encontraba en activo compitiendo en la Fórmula Uno: “Cuando tienes un gen ganador, aspiras a crear un equipo ganador, pero cuesta mucho dinero y tiempo conseguir patrocinadores. Por lo que, mientras tú estés en activo, preferirás los patrocinadores para ti que para tu ‘capricho’”.

Euskaltel Euskadi siempre actuó como un equipo que potenciaba el ciclismo vasco y que buscaba permitir a sus ciclistas locales ganarse una plaza entre los profesionales. Una de las principales canteras de este deporte se encuentra en esta región, donde la orografía favorece la aparición de grandes escaladores. Esa labor la han retomado en la actualidad la Fundación Euskadi y el Euskadi-Murias. Aunque una gran parte de los ciclistas jóvenes sale de esta zona, en el resto de puntos de la geografía española también se lleva a cabo una importante labor de formación entre los ciclistas sub 23, junior, cadetes o escuelas. El nivel aún está lejos del de Australia, Gran Bretaña o Francia, donde hay muchos clubes de formación o, como es en el caso del país galo, donde hay muchas carreras de todas las categorías. Ya sean clásicas o pequeñas vueltas por etapas, todas las semanas hay una o varias pruebas en el calendario, tanto profesional como amateur. En cuanto al nivel de los corredores, los de estos países, al igual que ocurre en el circuito femenino, están en muchas ocasiones por encima del de los españoles: “Parece que estás corriendo con profesionales, vas todo el rato con el gancho”, comenta Ángel Fuentes. Adrián reconoce que desde algunos clubes se hace un esfuerzo muy grande, pero recalca que si no hay suficientes carreras, cada vez habrá menos equipos y ciclistas: “Es la pescadilla que se muerde la cola”. También hay ojeadores que acuden a ciertas carreras importantes para hacer un seguimiento de los jóvenes más prometedores y ver cómo se desenvuelven en carrera, tanto a los ganadores como a aquellos que saben sacrificarse por el equipo a base de trabajo. La labor de un gregario es muy importante y, en carrera, la mayoría terminan siéndolo en favor de su líder. Convertirse en el jefe del equipo es muy complicado e implica que se den una serie de circunstancias: que el líder del equipo no se encuentre bien, que el director te permita asumir la responsabilidad y que luego cumplas en carrera. Al final solo uno levanta los brazos y el alto nivel en carrera lleva a los equipos a designar como corredor principal a algún veterano, pero los jóvenes también deben recibir sus opciones, ya que nunca se sabe dónde puede estar oculta cada perla del pelotón: “Es muy difícil quitarle el sitio a un Valverde o un Quintana, pero imagínate qué habría ocurrido si no se le hubiese dado la oportunidad a Contador de ser el líder”, reflexiona Mariano Palacios.

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Ciclistas jóvenes de la cantera burgalesa de equipos de Mountain Bike

presencian el Trofeo XCO de El Castillo de Burgos de 2019. Fuente: Daniel Montes López

En las carreras femeninas no suele haber ojeadores: “Vas entrando en los equipos y te van llamando. Yo he cambiado de equipo varias veces y ha sido a mejor. En todos ha habido muy buen trato y oportunidades”, reconoce Isabel Martín. Hace un par de años, cuando pasaban a sub 23 o élite solo había dos equipos, Lointek y Bizkaia-Durango, pero en 2018 se creó el equipo femenino de Movistar en el máximo nivel y varios equipos nacionales más. El problema en el circuito de mujeres sigue estando en la falta de patrocinadores que apoyen a las que pueden ser las corredoras del futuro. En general, España cuenta con figuras emergentes, pese a que es más complicado que antes llegar a ser profesional. Además de la calidad del propio corredor, intervienen factores como la suerte o el dinero. Miguel Ángel de los Mozos explica que en algún momento tenía que parar tal crecimiento y que se debió, en parte, a la incorporación de nuevos países de forma masiva al ciclismo, pero cree que hay futuros campeones en la cantera española. En el lado contrario hay quienes creen que no se hace una labor y que ve a cada vez menos gente en los equipos de formación. Así lo ve Rodrigo Araque, quién cree que es necesario cambiar muchas cosas dentro y fuera del ciclismo: “La gente tiene miedo a que sus hijos monten en Bici por la falta de respeto mutuo que existe en la carretera. Si yo tuviese un hijo no sé si me gustaría que tuviera que ir con catorce quince años a entrenar por las carreteras, como tuve que hacer yo”. Esto limita la progresión de muchos ciclistas desde las primeras etapas de su trayectoria. También pide que, al igual que ocurre en otros deportes, no se exija a los niños dar un rendimiento como si fueran profesionales y que se les deje hacer lo que a ellos les gusta: “Que les dejen disfrutar y pasar lo bien. Que hagan caso al director y que estos sean buenos y sepan que están tratando con niños”.

En el fomento de la práctica del deporte entre los más jóvenes, así como en la capacidad económica de creación de nuevas carreras, las instituciones públicas pueden jugar un papel esencial. En carreras como la Vuelta a Burgos el apoyo que aportan a la carrera es totalmente necesario para el mantenimiento de esta prueba año tras año en el calendario europeo de la UCI. En el caso de esta ciudad, la Diputación provincial organiza una escuela de ciclismo desde hace ya 38 años, de la que han salido ciclistas profesionales como Martín Mata, Carlos Barbero, Adrián González o Ángel Fuentes: “Hemos trabajado mucho la base. No sólo buscamos la venta internacional del producto, sino que también la gente pueda tener acceso a la práctica del ciclismo”, reconocen desde el organismo público. Su despliegue en las categorías inferiores pasa además por la creación de la ‘mini vuelta’ que permite a los más jóvenes corren en el mismo recorrido que los profesionales. Este año han apostado por el ascenso de categoría de la Vuelta a Burgos de Féminas, que entra en el calendario de la UCI. Asimismo, en otras modalidades, organizan varias pruebas de ciclocross del calendario nacional en Medina de Pomar, Villarcayo y Fresno de Rodilla; un total de 23 pruebas de BTT, cinco de ellas como parte de la quinta edición de la Copa Provincial; y marchas cicloturistas con gran acogida como la de Iñigo Cuesta, la de las Lagunas de Neila o la Escapada medinesa. Este es un ejemplo del trabajo que se efectúa desde las instituciones en favor del ciclismo de cada ciudad. Los ciclistas de la zona reconocen que

siempre se pide que se invierta más en el deporte, pero valoran positivamente lo que se hace. Desde los medios de comunicación, se pide una apuesta mayor para que la Federación de Castilla y León cuente con más dinero para poder organizar carreras y dar más licencias a equipos. Samuel Gil destaca el coste que supone la organización de una carrera al no contar con un recinto o instalación propio, ni unas taquillas de las que obtener ingresos y cree que se debe apoyar no solo el ciclismo, sino todo el deporte de base: “Ahí es donde está el futuro. Hay que poner más énfasis para que a los más pequeños de la ciudad empiece a gustarles y se planteen practicarlo”.

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Martín Mata, ciclista burgalés de ciclocross y mountain bike, ganador del Trofeo XCO de El Castillo de Burgos de 2019. 

Fuente: Daniel Montes López

España siempre ha sido considerado un país de escaladores. Tanto por su orografía como por el gusto del aficionado, los corredores que destacan cuando la carretera se endurece son los más numerosos en nuestro país. Otras especialidades como el sprint, la lucha contra el crono o los llamados ‘clasicómanos’ son más propias de países como Italia, en el caso de los velocistas, o Bélgica y Holanda en los terrenos adoquinados y plagados de pequeñas colinas. Por ello, casos como el del joven Iván García Cortina ocurren cada mucho tiempo. El asturiano sigue la estela de Juan Antonio Flecha en su apuesta por las clásicas de adoquines, el cual requiere un duro entrenamiento para soportar su exigencia y que no es fácil de practicar en nuestro país. La presencia de una gran parte de la cantera española en el País Vasco, también favorece la aparición de un gran número de escaladores. El mejor sprinter nacido en este país ha sido Óscar Freire, quien tampoco era un velocista puro, al igual que otros en la actualidad, como Barbero, Lobato o Aberasturi. Además cuentan con pocas carreras totalmente llanas en las carreras locales. Por eso la figura de ciclistas como Contador o Induráin es más valorada por los seguidores. Pese a ello, hay casos esporádicos en los que aparecen corredores de características diferentes a las habituales, como Tom Dumoulin, rodador, pero también escalador holandés o Fernando Gaviria, sprinter colombiano nacido en un país mayoritariamente escarpado. En España habido grandes ciclistas que han pasado de la pista a la carretera y que tenían una gran velocidad, movían muchos wattios y generaban una gran potencia, pero luego les faltaba la habilidad 

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Señal de tráfico en el Puerto de la Mazorra (Burgos), ascendido en la Vuelta a Burgos 2017. Fuente: Daniel Montes López

de meterse entre los mejores en la llegada. Entre las mujeres la situación es la contraria. Hay más rodadoras o velocistas que grandes escaladoras debido a la diferente exigencia del calendario y a la falta de competiciones con grandes puertos de montaña: “Son subidas cortas y tendidas, más para chicas con fuerza que escaladoras puras”, explica Anna Pujol. Rodrigo Araque cree que es complicado que un equipo amateur apueste por sprinters para conseguir la victoria. Recientemente Caja Rural ha fichado a ciclistas rápidos como David González o Xavier Cañellas y valora positivamente que se apueste y confíe en ellos. El problema sigue estando en la dificultad de que un equipo de formación pueda dirigir su estrategia a controlar una carrera para que se juegue al sprint.

La principal competición del calendario no profesional en España, tanto para hombres como para mujeres, es la Copa de España, creada a finales de los años 90. En ella se agrupan entre seis y nueve carreras, en función de la categoría, de las carreras de mayor nivel. Estas sirven de escaparate para ciclistas jóvenes que buscan ser llamados por los equipos profesionales o continentales. Su principal inconveniente es su duración y la concentración con la que se presentan en el calendario. La categoría élite y sub 23 se disputa entre febrero y mayo, la femenina entre marzo y julio y la junior entre marzo y agosto. Debido a ello, se crea un gran vacío competitivo en la segunda mitad de año, que provoca que muchos de ellos se queden parados. Por esta razón, algunos optan por centrar gran parte de sus estudios, los cuales compaginan con el deporte, en los meses posteriores al verano y previo a la navidad. Otros reciben la opción de equipos de mayor nivel de competir como stagiaires, es decir, corredores a prueba durante el resto del año. A nivel profesional, hasta este año no existía como tal una competición que agrupase a todas las carreras nacionales y que premiase al ciclista y al equipo más regular en ellas a final de año. Otros países cuentan con este tipo de trofeo. La prestigiosa Copa de Francia cumple en 2019 su vigesimoctava edición, con un total de quince pruebas, desde febrero hasta octubre, incluidos el Tro Bro Leon, el Gran Premio de Denain o la Route Adélie. La Copa de Italia alcanza las trece ediciones y en el presente año alcanza las diecinueve pruebas, desde el Trofeo Laigueglia en febrero hasta los meses de septiembre y octubre, en los que cuenta con hasta once carreras, tanto de uno como de varios días de duración. Hace cuatro años se creaba igualmente la Copa de Bélgica, la Napoleon Games Cup. En 2019 abarca un total de ocho pruebas de menor nivel. En 2018 se sumaba a la corriente Holanda, creando su copa con varias pruebas de nivel 1.2. En 2019, la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC) creaba la Copa de España profesional. A ella se adhirieron un total de dieciocho carreras, todas salvo Vuelta a Murcia, Clásica de Almería y Vuelta a Andalucía. El formato es similar al de otros países y se desarrolla entre el 31 de enero y el 15 de septiembre. Sin embargo, presenta varios problemas. El primero y más claro es la inclusión de las pruebas World Tour, sobre todo Vuelta a España. En otros países las carreras de la máxima categoría se dejan a un lado para permitir competir por el trofeo a los equipos menores, que posiblemente sean los más interesados en ganar este premio relativamente simbólico. Equipos como los procontinentales no siempre están invitados a estas carreras y los continentales no pueden acceder directamente. Por ello, es muy probable que el ganador final sea un corredor de un gran equipo como Movistar que domine en las carreras de mayor nivel o, incluso, aquel que gane la Vuelta a España. Por ello el resto de países restringen el tipo de carreras que pueden formar parte de ella únicamente aquellas pruebas de categoría .HC, .1 o .2. La novedad y falta de tradición de esta competición puede provocar que no exista motivación por luchar el reconocimiento final, por lo que, podría ser una opción interesante añadir un aliciente como se hace en Italia, donde el equipo ganador recibe invitación para el Giro de Italia del año próximo.

Los propios corredores han recibido positivamente la creación de este nuevo trofeo debido a la posibilidad de que ello aumente la calidad de las competiciones y anime a los organizadores a crear más pruebas. También reconocen los problemas existentes por la diferencia de nivel entre equipos, algo que no existe en países como Italia, donde está muy arraigada y los equipos no son tan jóvenes, y la inclusión de carreras World Tour, que puede provocar que en su disputa se cree una división entre los equipos que luchan por la clasificación general de la carrera y los que lo hacen por la Copa de España. En general valoran la apuesta como un paso adelante, pero ven necesaria una reforma, ya que es  posible que los ciclistas solo vayan a ciertas carreras y no terminen disputándola. Los organizadores la crearon con el objetivo de intentar que los mejores ciclistas locales compitieran en España y no acudieran siempre a carreras en otros países. Se trata de un proyecto por el que se ha peleado durante muchos años y que puede ayudar a ganar repercusión a las carreras menores. Miguel Ángel de los Mozos cree que el beneficio sería para el ciclismo en su conjunto y defiende que sería beneficioso que el primer año la ganase un gran corredor para ponerla en valor. Sin embargo, Rodrigo Araque no le ve la utilidad en la forma en que está planteada: “Solo premia a los profesionales. No creo que a Valverde le haga ninguna ilusión ganarla”. Cree que el mejor modelo sería uno que imitase a lo hecho en Portugal, donde se incluyen las carreras 2.2 en las que compiten equipos continentales con los amateur. En un pelotón de unos 180 corredores, se podría incluir a los sesenta mejores no profesionales, como se hace en los campeonatos nacionales. Esto permitiría, por un lado, que pudieran competir los corredores españoles que pertenecen a equipos de otros países, a la vez que da la oportunidad a los amateur de correr con semiprofesionales o profesionales. También propone que la Copa de España sub 23 se traslade al segundo semestre del año y que se catalogasen sus carreras como pruebas 2.2. Así, se daría a los amateur un mayor nivel del que tienen y se permitiría a los continentales tener más días de competición, ya que su calendario también acaba prácticamente en verano.

Situación de la cantera, especialidades más frecuentes, Copa de España y apoyo institucional al ciclismo

La mejor noticia para los ciclistas españoles llegó a finales de 2017, cuando se anunciaron varios proyectos. que implicaban el crecimiento del número de equipos profesionales en nuestro país. Dos equipos que se encontraban desde hace años en la categoría continental hacían la arriesgada apuesta de pedir la licencia continental profesional: Burgos BH y Euskadi-Murias. Este salto implicaría un aumento del presupuesto, cambio en las infraestructuras, una plantilla mayor, tanto de corredores como de personal interno del equipo, unos objetivos más ambiciosos y, sobre todo, la posibilidad de acudir a pruebas World Tour, reservadas para las dos primera categorías de equipos. El ascenso no fue fácil, ya que se necesitaba contactar con patrocinadores, marcas y carreras, dar una buena imagen, subir el salario a los corredores, por lo que los primeros años en una nueva categoría requieren un gran esfuerzo de adaptación. Su principal deseo era recibir la invitación de los organizadores para poder acudir a la Vuelta a España, el mayor escaparate internacional para los equipos junto al Tour o el Giro. Ambos lo consiguieron y dieron un alto nivel, llegando incluso Murias a ganar una etapa con Óscar Rodríguez en La Camperona. Samuel Gil reconoce que hace unos años no se habría imaginado al equipo burgalés corriendo una gran vuelta. Ese mismo año, dos nuevos equipos ascendieron a la

categoría continental desde el campo amateur. La Fundación Contador, presente en las categorías inferiores, decidió crear un equipo de categoría continental, el Polartec-Kometa, que sirviera como siguiente escalón para los jóvenes talentos moldeados en este equipo. Al mismo tiempo, el ciclista Mikel Landa tomaba control de la Fundación Euskadi y anunciaba su intención de crear un equipo continental en 2018 que potenciase el ciclismo vasco como había hecho años atrás el Euskaltel Euskadi. Estos cuatro equipos, junto con Caja Rural y Movistar, conforman una importante base para impulsar el ciclismo nacional.

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Carlos Barbero (Movistar Team) en la Vuelta a

Castilla y León 2019. Fuente: Daniel Montes López

En años anteriores, la falta de equipos había provocado que muchos ciclistas tuvieran que fichar por equipos extranjeros de países de Asia o América. Algunos incluso preferían colgar la bicicleta antes de fichar por un equipo de Portugal o China con un mal contrato. Muchos amateur no podían convertirse en profesionales y se veían obligados a dejar la bicicleta. A día de hoy, gracias a estos ascensos, se han creado nuevas plazas para poder practicar ciclismo profesionalmente sin necesidad de abandonar el país. Este fue el caso, entre otros, de Rodrigo Araque, quien dejó Valladolid y viajó a Japón para competir en el Team Ukyo. Cree que seis equipos siguen siendo pocos para la cantidad de corredores que llegan de categorías inferiores debido a sus diferentes filosofías. Movistar debe mantener un alto nivel en el World Tour, por lo que apenas sube uno o dos corredores por año y, habitualmente, procedentes del Lizarte, que actúa como su conjunto filial. Los dos equipos vascos apuestan por dar oportunidades a los ciclistas locales y el Kometa asciende a los corredores sub 23 que han cumplido varios años de formación en su fundación. Por esta razón, terminan quedando únicamente Caja Rural y Burgos BH. Lamenta que proyectos anteriores no fructificaran, como el caso de dos equipos ciclistas gallegos o el impulsado por Manolo Saiz, ex mánager general del conjunto ONCE y recomienda actuar con cautelas para no crear demasiadas expectativas en la población. En equipos femeninos no es tan complicado conseguir un contrato en España, pero sí en un equipo del máximo nivel en otro país. En categorías inferiores depende mucho de la comunidad autónoma. En Castilla y León, por ejemplo, de la categoría Élite y Sub 23 solo hay un equipo, en León, por lo que muchos corredores junior de la zona, si quieren continuar compitiendo al acabar esa etapa, tienen que irse a equipos sub 23 de País Vasco. En el ciclismo femenino, la apuesta de Movistar por crear su propio equipo de mujeres permitió un gran salto para muchas corredoras de nivel, agrupándose en un equipo de la máxima categoría. Igualmente, este mismo año han aparecido hasta cinco equipos de segunda categoría, lo que da más oportunidades a las corredoras jóvenes y les permite acceder a carreras internacionales a competir

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Presentación del equipo Kometa en la Vuelta a

Castilla y León 2019. Fuente: Daniel Montes López

con equipos de otros países. Heri Frade cree que la falta de equipos en muchas de estas categorías se debe a la desconfianza de las marcas por situaciones del pasado y a la falta de una ley de mecenazgo que haga que las empresas desgraven más al apostar por deportes como este. En los años que ha cubierto ciclismo, ha notado un descenso del potencial económico de los equipos que ha complicado la continuidad incluso de las estructuras más grandes y mejor organizadas. En el caso de Movistar cree que puede ser perjudicial para mantener su patrocinio la marcha de Alejandro Valverde dentro de tres años, debido al gran impacto mediático que genera.

Este nacimiento de nuevos equipos y el crecimiento de los ya existentes, tanto en categoría masculina como femenina, hace acrecentar la esperanza de que pueda florecer una nueva generación que colme de éxitos a los aficionados al ciclismo al España. Una vez que casi se ha consumido la anterior, con la retirada de Alberto Contador, Joaquim Rodríguez, Óscar Freire, Igor Antón, Samuel Sánchez, Óscar Pereiro, Carlos Sastre o Haimar Zubeldia, una época de éxitos en las grandes vueltas y en los monumentos llegaba a su fin. De este grupo queda sobre la bicicleta Alejandro Valverde, que a sus 39 años viste el maillot de campeón del mundo y ha anunciado que correrá hasta 2021, y algún ciclista aún más veterano que resiste a abandonar su pasión, como Paco Mancebo u Óscar Sevilla. Ante la llegada de este cambio generacional, surgió la duda de la posibilidad de que se continuara contando con ciclistas ganadores en España, poniendo todas las esperanzas en ciclistas como Mikel Landa, David de la Cruz, Jonathan Castroviejo, los hermanos Izaguirre o algunos ya veteranos como Luis León Sánchez o Mikel Nieve. Estos consiguieron y continúan consiguiendo grandes resultados, pero no terminan de acercarse al podio final de una grande, por lo que una parte de los aficionados que únicamente siguen las grandes vueltas, no terminaban de estar convencidos de que existían garantías de éxito en los próximos años. Sin embargo, el pasado año, Enric Mas, corredor de Quick-Step lograba contra todo pronóstico una más que meritoria segunda plaza en la Vuelta a España con solo 23 años y reavivaba la confianza de los aficionados. Junto a él, un gran grupo de corredores de menos de 25 años comenzaron a despuntar. Marc Soler ganaba París-Niza y termiaba segundo en Vuelta a Andalucía y Volta a Cataluña. Iván García Cortina, con 23 se colaba en hasta tres ocasiones en el top 5 de etapa de La Vuelta, terminaba segundo en una etapa de París-Niza y cuarto en la clásica de Londres, entre otros. Pero especialmente se comenzaba a dejar ver entre los mejores en las clásicas de adoquines, siendo 13º en Kuurne-Bruselas-Kuurne, 16º en A través de Flandes y 24º en el Tour de Flandes, pero sobre todo, cruzando en cabeza en 2018 el mítico Kapelmuur. Pero no son los únicos: Óscar Rodríguez, con 23 años le daba a Euskadi-Murias su primera victoria en una vuelta de tres semanas, Fernando Barceló, ganador de etapa y duodécimo clasificado final en el Tour del Porvenir con 22 años; Jaime Castrillo, sexto en el pasado mundial sub 23 o Manuel Peñalver, una etapa y catorce top 10 al sprint en 2018 con 20 años son ejemplos del potencial que se aproxima.

Ángel Fuentes confía en que se produzca ese relevo y está seguro de que surgió la misma duda cuando acabó la generación previa a la de Contador o Valverde. Robredo mantiene que es un cambio progresivo que no se da de un día para otro y cree que los que vengan no tendrán que ser ‘el nuevo Freire’ sino corredores diferentes, con sus propias cualidades e igualmente ganadores. Adrián lamenta que corredores como Landa o Rubén Fernández aún no hayan alcanzado el nivel que se les presuponía o cómo Jaime Rosón se quedó a medio camino por el dopaje, pero cree que con un correcto apoyo de base, la nueva generación puede ganar pronto una importante visibilidad a nivel internacional. “El tiempo lo dirá. Son gente muy buena pero todavía tienen crecer mucho. Tienen que rodearse de gente que les ayude a ello”, afirma Araque,

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Samuel Gil Quintana entrevista a Igor Antón en la Vuelta a Burgos 2019, año de su retirada

Fuente: Samuel Gil Quintana

aunque también señala que entre la época de Induráin y la de Contador hubo muchos corredores buenos, pero no al nivel de estos dos: “A lo mejor hay unos años en los que no hay ningún fuera de serie, pero sí gente española muy buena”. Otros como Óscar Pujol creen que a los corredores jóvenes aún les falta experiencia y capacidad física para quitar el sitio a los veteranos como Valverde, por lo que terminarán retirándose cuando lo deseen. El debate surge debido a que muchos aficionados “están acostumbrados a comer caviar”, afirma De los Mozos, por lo que cualquier resultado que no iguale lo ya conseguido se considerará insuficiente. Él considera que hay una base de sobra para el cambio y que se tienen los mimbres necesarios para conseguirlo, aunque “al final solo gana uno” y es muy difícil que sea justamente el español. En cuanto a mujeres, hace apenas unos años únicamente unas pocas corredoras estaban al nivel de sus rivales internacionales. Se había producido un parón entre los años 80 y los 2000. Tal era el caso de Anna Sanchís, Ane Santesteban o Sheyla Gutiérrez, pero con la aparición de Movistar, ciclistas jóvenes como Eider Merino, Alicia González o Lourdes Oyarbide se convirtieron en referentes y demostraron que podían competir con las mejores del mundo. Isabel ha visto de primera mano crecer el número de competidoras. Este mismo año vio una carrera de cadetes en la que competían hasta setenta corredoras y comprobó el alto nivel al que llegaban a la carrera muchas de ellas. Hay ciclistas como el belga Remco Evenepoel o la italiana Letizia Paternoster que con apenas 19 años ya están ganando o aspirando a conquistar carreras del primer nivel: “Nunca hubo tanto nivel en la categoría internacional”, recalca Isabel. Samuel Gil cree que la preocupación no se debe centrar tanto en ganar un Tour o una vuelta, sino en dar la talla durante todo el año y promover la cultura ciclista como se hace en países como Colombia o Bélgica: “Los colombianos últimamente no ganan grandes carreras, pero cuando ves a uno corriendo sientes que el talento que tienen”.

Estas comparaciones de los jóvenes y los ya retirados pueden mostrar quienes están preparados para tomar la responsabilidad del relevo generacional. Heri Frade señala la presión como ingrediente indispensable en su formación “para distinguir a la gente que va hacer cosas importantes de la que no, para distinguir al jefe de filas del gregario, al trabajador de la estrella”. Ve positivo que se les someta a cierta presión mediática, aunque también recuerda como otros corredores que tomaron el estandarte del ciclismo español, posteriormente no rindieron al nivel tan alto que se les presuponía. Esto le ocurrió a Zubeldia, cuando se le señaló como sustituto de Induráin. Pero no sería hasta años después, una vez acabado el dominio de Lance Armstrong, cuando llegaran nuevos ganadores del Tour. Cada corredor tenía sus propias características, diferentes a las de los ciclistas de los 90 o los 80: “Llegó un sprinter como Freire muchos años después. Valverde que era capaz de lo mejor y de lo peor. De ganar en un rampón y de perder una vuelta España en un descenso fácil o por ir a bajar a por un chubasquero”. Heri cree que siempre ha habido relevo y que ahora no tiene por qué dejar de haberlo: “Enric Mas tiene todos los ingredientes para ser un grande. Tiene una confianza brutal, que es algo muy importante en el ciclismo”. También destaca la figura de Ion y Gorka Izaguirre, Pello Bilbao o Marc Soler y augura un futuro cercano más que esperanzador para los aficionados españoles: “Cuando nos queramos dar cuenta, estaremos luchando por una grande. Puede que incluso este mismo verano”.

Desaparición de Euskaltel-Euskadi, aparición nuevos equipos en 2018 y relevo generacional tras la marcha de Contador o Valverde

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© 2019. Creado por Daniel Montes López

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